Medio Ambiente: Reflexión sobre la situación actual
La gestión del Medio Ambiente no es una actividad ajena a nuestra vida cotidiana, sino, y cada vez más, es también la gestión de nuestra propia casa, la única que tenemos y compartimos: la Tierra.
La preocupación por el Medio Ambiente forma ya
parte de nuestra vida cotidiana. Y no sólo por la insistencia de los
medios de comunicación, sino por la constatación de su implicación en
numerosos sectores económicos que, finalmente, repercuten en nuestros
bolsillos. Pocos desconocen que se subvenciona la compra de coches menos
contaminantes, o de electrodomésticos de bajo consumo, de igual manera
que somos conscientes de que el alto precio del combustible está ligado
al progresivo descenso de las reservas petrolíferas cuyos perniciosos
efectos se ven multiplicados por las maniobras especulativas y casi
dictatoriales de las petroleras.
En consecuencia, lo que hasta no hace muchos años eran
investigaciones exploratorias para establecer nuevas tecnologías
destinadas a amortiguar la producción de CO2 o para conseguir nuevas
fuentes energéticas alternativas a los hidrocarburos y al carbón, ahora
constituye un sector imprescindible en los países avanzados, obligados a
aplicar nuevos métodos de producción menos contaminantes y menos
dependientes de una energía cada vez más cara. Prueba de la
interrelación de sectores económicos y de la globalización creciente de
la economía la tenemos en el anuncio de la CEE de liberar próximamente
los cupos de producción lechera y de cereales a fin de mitigar el fuerte
incremento de precios de los productos agropecuarios , que están
agudizando los conflictos internos de países subdesarrollados ante la
dificultad del acceso a la alimentación más básica.
En Cataluña, la interacción de alguno de estos factores también se
percibe con nitidez, como es el caso de la crisis de la sequía, cuya
gravedad ya no lo es tanto por la escasez de agua como por la pésima
gestión del Tripartito. Sus entregas por capítulos casi diarios y sin
que se vislumbre su final, nos evidencia el alto coste económico que
conlleva cualquier error en la gestión del Medio Ambiente, cada vez más
ligado a la actividad económica y, por tanto, finalmente, a nuestros
bolsillos, bien directamente, bien vía impuestos.
En términos parecidos detectamos la gestión de otras problemáticas
medioambientales, como es la preocupación en fabricar estudios que
puedan justificar medidas tan peregrinas (y tan recaudatorias por las
multas) como la limitación de velocidad a 80 Km/h, en la zona
metropolitana, empeño sin duda mayor que el interés que muestra nuestra
Generalitat en el mantenimiento de nuestros Parques Naturales, cuya
inversión por hectárea está también a la cola de España y, lejos de
corregirlo es de las pocas CCAA que la reducen, a pesar de alardear
de consellers “ecologistas”.
Algo parecido sucede con la energía nuclear, por el momento la
única que puede garantizar a nuestro país alta producción eléctrica sin
generación de C02 y a costes razonables. Asistimos a un cambio de rumbo
en países tan avanzados como Gran Bretaña e Italia entre otros que
apuestan por esta solución , mientras el Gobierno de
Zapatero, prisionero de sus propios dogmas, no se atreve siquiera a
debatir la posibilidad de sustituir algunos de los casi obsoletos grupos
nucleares que pronto se tendrán que clausurar, por otros nuevos, más
seguros y eficaces. A nadie ha de extrañar pues la previsión
de importantes subidas del recibo eléctrico que, sin duda notaremos a
corto plazo en nuestra economía familiar y que empeorarán aún más la
comprometida situación competitiva de nuestras empresas.
La gestión de Medio Ambiente no es una actividad ajena a nuestra
vida cotidiana, sino, y cada vez más, es también la gestión de nuestra
propia casa, la única que tenemos, obligadamente compartida y que hemos
dado en llamar “La Tierra”, una Tierra que tenemos la responsabilidad de
mantener y cuidar para que generaciones futuras puedan tener en ella un
habitat saludable.